Todos hemos pasado por situaciones que generan preocupación e inquietud en nuestras vidas, especialmente cuando transitamos un periodo crítico o una fase transitoria ( discusiones con nuestro jefe, pérdida de empleo, rupturas amorosas, fallecimientos, cambios de ciudad, adquisición de una responsabilidad inesperada) , en algunas situaciones no tenemos las herramientas o recursos adecuados para enfrentarlos lo cual ocasiona en nosotros episodios de estrés, así que una vez eliminada la situación volvemos a la normalidad. Sin embargo, la ansiedad es aquella reacción psicofisiológica que permanece en el tiempo a través del miedo, ¿A qué se le teme? A lo que suceda en el futuro, sobre todo cuando nos atrapan pensamientos bomberistas o catastróficos, en los que algo malo puede suceder por algún motivo, en estos casos la imaginación vuela e ideas irracionales hacen que la persona se abstenga de hacer ciertas actividades por el alto nivel de ansiedad que experimentan.
Teniendo en cuenta lo anterior, el trastorno de ansiedad y estrés de algún modo van de la mano, de hecho si existe alguna situación que cause estrés y no se le da solución prontamente puede desembocar en ansiedad generalizada, y esta a su vez en algunas ocasiones puede ocasionar crisis ansiosas o repentinos ataques de pánico, cuyos síntomas están asociados a: taquicardia, hormigueo en partes del cuerpo, dificultad para respirar, dolor en el pecho, irrealidad, oleadas de frio y calor, asociados a un pensamiento sobre la posibilidad de morir o volverse loco.
Cuando esto sucede, es necesario prestarle la atención adecuada, si en tu caso haz ido al médico y no hay resultados positivos relacionados a una patología médica, estarás experimentando un episodio ansioso junto a ataque de pánico, y a su vez la ansiedad tiene doble funcionalidad, lo primera es avisarte que hay una situación que es miedosa para ti y lo segundo es que tu cuerpo reacciona a aquello necesidad ignorada en tu vida y por supuesto está pidiendo con urgencia un cambio, una modificación, una solución; cuando se ignora y se convive con ella se vuelve un mecanismo de afrontamiento inadecuado ante lo que te está pidiendo tu ciclo de vida, por esta razón es necesario identificar y hacer varios pasos para lidiar con ella y darle buen manejo:
1. Hacer una lista de aquello que te preocupa o miedos: no podemos controlar aquello que no sabemos que nos preocupa o nos da miedo, reconoce cuál de ellos son situaciones que están bajo tu dominio, y cuales reconoces no tienes aún los recursos para resolver. Recuerda que tener miedo es natural, y la ansiedad es una respuesta muy humana; la forma en que reaccionamos hace la diferencia.
2. Llame la ansiedad: Hazte la siguiente pregunta, si la ansiedad pudiese hablarme, ¿Qué querría decirme? Siente la ansiedad antes de negarla, y descubre que respuestas tiene para ti acorde a tus necesidades, a lo mejor necesitas cambiar de pareja, de trabajo, dejar de insistir, luchar por algo más, moverte, dejar de insistir etc. Está atento (a) a la respuesta, puedes decorar un espacio y en los días que te dispongas a llamarla, espera a que esta aparezca y observa todo lo que ocurre.
3. Un método personal que genere calma: tenemos dos posibilidades, dejar que la ansiedad nos consuma, o ayudarla a controlar, cada quien tiene un método personal que puede descubrir para calmar estas sensaciones agobiantes. Rezar, meditar, caminar, bañarse, respira, dormir, reír, bailar. Aquello que a ti te sirva, úsalo.
4. Cuestiona tus creencias irracionales: la antigüedad de nuestro cerebro nos revela que este está hecho para resolver problemas, y tiene dos funciones básicas: sobrevivir o huir, nuestro cerebro está preparado para ello, cuando no existe una razón para activar estas dos funciones, el cerebro empieza a buscar un motivo, entrénalo para que esté sereno, y disfrute del presente.
5. Escribe las ventajas de la ansiedad: este ejercicio es muy positivo, en los casos en los que has intentado varias cosas y continuas sintiéndote igual; elabora una lista de las ventajas que tendría seguir con ansiedad y sus beneficios secundarios, al identificarlo puedes descubrir que necesidad hay de fondo, y no recurras a la forma habitual.
6. Crea una frase poderosa: la idea es que está frase sea tan significativa para ti que logre generar un efecto recítalo por 10 minutos 2 veces al día y utilízalo ante la situación amenazante. Esto te relajará.
Así mismo, todo depende de nuestra disposición al cambio, si la ansiedad llega y se ha hecho presente gran parte de tu vida, recíbela, explorala, identifica que recursos tienes y no tienes, y cómo le haces frente, por último no dudes en consultar a un especialista pues te guiará a descubrir a profundidad tus necesidades y potencialidades.
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Autor:
María José Agresott R
Terapeuta Familiar Sistémico.
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